Cómo convertir los paseos con tu perro en momentos de atención plena
A medida que la vida se vuelve más ajetreada y todo se mueve más rápido, incluso el simple acto de pasear al perro puede convertirse en una tarea más de la larga lista de pendientes. Sin embargo, para quienes tenemos perros, los paseos son uno de los rituales diarios más importantes. Una mente y un cuerpo sanos no pueden funcionar sin pequeños descansos en nuestro día a día. Pasear con tu perro, con atención plena, es una manera sencilla de cuidar tu bienestar y fortalecer vuestro vínculo al mismo tiempo.
Quizás hayas oído hablar de los «baños de bosque», un término que surgió en Japón en la década de 1980, cuando los trabajadores del sector tecnológico sufrían agotamiento. Se animaba a la gente a sumergirse en la naturaleza como una forma de desconectar y reconectar consigo misma. El paseo consciente con tu perro es la versión cotidiana de esta práctica. No requiere un bosque ni un sendero perfecto. Puede hacerse en la misma acera que usas cada mañana, siempre que tú y tu perro estéis presentes y atentos. Entre sus beneficios se incluyen la reducción del estrés, un mejor estado de ánimo, menos fatiga, mayor fuerza de voluntad y una conexión más profunda con tu cuerpo y con el perro que trota a tu lado.
Un paseo consciente con tu perro no tiene por qué ser un gran proyecto de bienestar. Siempre existe la presión de "hacer más" por nosotros mismos, lo que hace que sea fácil relegar nuestras necesidades al último lugar. En cambio, concéntrate en pequeñas intenciones. Quizás quieras sentir el sol en tu rostro después de un largo día en casa. Quizás quieras notar cómo se sienten tus caderas, rodillas y tobillos al caminar. Quizás simplemente quieras diez minutos donde solo estés tú, tu perro y el aire libre. Pequeñas intenciones como estas te ayudan a superar la parte más difícil, que suele ser simplemente ponerle la correa y salir por la puerta.
A diferencia de otras formas de ejercicio, los paseos tranquilos con tu perro no tienen por qué durar una hora ni realizarse en el parque más bonito de la ciudad. Diez o quince minutos bastan para relajaros, tanto vosotros como vuestro perro. Podéis pasear por vuestra calle, por el parque más cercano o de camino a encontraros con algún amigo. Elegid una ruta corta donde ambos os sintáis cómodos y seguros. No se trata de distancia ni de pasos, sino de atención.
Antes de empezar a moverte, detente un momento con tu perro a tu lado. Respira hondo y despacio varias veces. Inhala desde el abdomen hasta las costillas. Exhala suavemente por la nariz. Después de respirar un par de veces, observa qué sucede en tu cuerpo y a tu alrededor. ¿Tienes la mandíbula tensa? ¿Los hombros levantados? ¿Cómo sientes la correa en la mano? ¿Cómo está tu perro a tu lado? ¿Está tranquilo, excitado, tirando de la correa? Permítete observar todo sin juzgar ni analizar. Es simplemente información.
Ahora, comienza tu paseo a un ritmo tranquilo y cómodo. Si puedes, deja los auriculares en casa. El objetivo de un paseo consciente con tu perro es experimentar el mundo a través de tus sentidos y los de él. ¿Qué oyes cuando sus patas tocan el suelo? ¿Cómo se siente el aire en tu piel: cálido, fresco, seco, húmedo? ¿Sientes la correa pesada o ligera en tu mano? ¿Qué le interesa a tu perro hoy: un árbol en particular, un trozo de césped, un sonido lejano?
Mientras caminas, deja que tus pensamientos fluyan uno a uno. Quizás notes el ritmo de la respiración de tu perro, el tintineo de sus placas, la forma en que sus orejas se mueven hacia un sonido incluso antes de que lo oigas. Quizás veas las mismas casas y árboles de siempre, pero también notes nuevos colores, texturas u olores que trae el viento. Deja que cada sensación llegue, permanezca un instante y luego se desvanezca sin aferrarte a ella.
Al terminar tu paseo, reduce el ritmo y vuelve a centrarte en tu respiración y tu cuerpo. Al detenerte, tómate un último momento con tu perro. ¿Qué sientes diferente ahora comparado con cuando saliste? ¿Tu ritmo cardíaco es más estable? ¿Sientes las piernas más sueltas y firmes? ¿Tu perro parece más relajado, con la lengua fuera y la cola más suave? Incluso un pequeño cambio en cómo te sientes cuenta.
No hay una forma correcta o incorrecta de sentirse después de un paseo consciente con tu perro. Cada salida os traerá diferentes sensaciones, pensamientos y estados de ánimo a ambos. Lo importante es usar este ritual diario para escuchar a tu cuerpo y a tu mente, y al animal que depende de ti. Cada paso consciente es una pequeña forma de proteger el vínculo que compartís y de recordarte que cuidar de tu perro también significa cuidarte a ti mismo.